Hace unos días conocíamos el proyecto de Alemania para poner en marcha una serie de incentivos públicos que subvencionarán la instalación de sistemas solares y de baterías, además de introducir los sistemas de carga bidireccionales por primera vez en estas medidas. Unas ayudas de hasta 10.200 euros, que han tenido que pararse apenas un día después de su puesta en marcha ante la abrumadora demanda.
Esta iniciativa buscaba descentralizar el consumo energético y mejorar la eficiencia, y entregaba ayudas a los propietarios de una vivienda que instalasen un sistema fotovoltaico, una batería de respaldo, y además un cargador bidireccional. En caso de no montar este cargador, la cantidad se reduce ligeramente hasta los 9.600 euros.
Con un presupuesto de 300 millones de euros, el programa ha recibido en 24 horas un total de 33.000 solicitudes. Algo que supone superar en 36 millones de euros el presupuesto para todo el año. Una señal de la enorme demanda que existe para este tipo de soluciones.
Se trata de una prueba más de que las cosas están cambiando de forma imparable. Otro ejemplo es la transformación que está ocurriendo con la Agencia Internacional de la Energía (autoridad global mundial en materia energética) que siempre ha tenido un sesgo pro-combustible y ha minimizado recurrentemente el problema del cambio climático. Ahora se ha convertido en declarado activista en el impulso del objetivo de 1,5 grados.